Para amar a una pantera escandalosamente discreta
conviene perder la timidez del domador,
renunciar a toda pretensión
de rodar un documental entre sus piernas,
llevar en la mochila una sierra de podar barrotes
y un par de botellas de ginebra,
una llave para la que no existe cerradura,
un manojo de versos deshojados pero verdes,
y una cámara de fotos sin carrete,
para poder captar,
lo que se echa a rodar
cuando, feliz, se queda quieta,
y el tiempo
apenas sí se mueve.
Carlos Salem
No hay comentarios:
Publicar un comentario