Gané el concurso de San Valentín con una tarjeta muy boba, una
tarjeta que podría haber sido hecha por una niña de 15 años, sin embargo la
había hecho yo que tengo 50.
Y que todo eso,
la ternura, la inocencia, la ilusión, la decepción, pueda ocurrirte con 15 o
con 50, es lo maravilloso del amor.
TH 2015.
PD: He de
decir, que cuando mi profe de inglés dijo a la clase que me habían dado un
premio, me puse roja- roja, y se me mezcló el pudor con un sofoco menopaúsico,
y me puse incandescente como un pimiento rojo mexicano, y pensaba que iba a
morir en ese momento por combustión espontánea. Pero sobreviví, porque nadie
muere de amor…
PD: Mantengo el
pudor… ¡Qué fuerte me parece!
PD: No pienso
perder la ocasión de reírme de mi misma.
Los yogures de fresa no están tan buenos como tú, ni las mandarinas tienen tu sonrisa, ni los magnum doble de caramelo que ya no existen se echan tanto de menos como a ti en un solo día.
Es decir: que las bailarinas de la marihuana te envidian y las hipnosis de las serpientes toman tu andar de caderas como punto de referencia, y un chocolate por la mañana o la tostada de tomate y aceite no tienen nada que hacer contra uno solo de tus besos.
Sí, todos los deseos te odian por acaparadora.
Todas las estrellas fugaces andan hartas de escuchar cada noche tu nombre de buenos días.
Eres famosa entre las velas de cumpleaños y los dientes de león y las pestañas perdidas en las dunas de cualquier mejilla.
Estás en la boca de los sueños de tantos que todavía, cuando no miras, celebro un gol a la vida por haberme tocado, tú, que podías elegir destino y escogiste precisamente el mío.
Vaya potra, dicen mis amigos.
El resto solo se caga en mi puta madre o en la tuya, por no poder ponerle carne sudor y besos a sus fantasías. Escandar Algeet