Hemos bajado a la playa y hemos quemado unos inciensos. Es el rito de final de verano. Silent lo llama barbacoa de deseos.
Se lo cuento a la anguila. Me da envidia, me dice.
Hemos colocado piedras alrededor y, hemos construido una especie de tejadito. No queremos que nadie se queme.
Mientras el incienso volaba, nos hemos bañado. El agua era amable.
El incienso se quema y cada uno pide sus deseos.
Hablamos, pensamos, callamos, encendemos todas las varillas. Algunas se apagan y las volvemos a encender…
Se lo cuento a la anguila. No pido nada en concreto, sentirme viva… creo.
Ella me responde con un sms. Enumera sus deseos. Podrían ser también los míos, yo me los copio sin ningún pudor.
“Volver a ilusionarme, sonreír, quererme de nuevo, y dormir, y comer… en definitiva, vivir… Rutina y, algún momento de locura y de dicha”
TH. Agosto 2010.
PD: Podemos poner alguno más. “Abolir la culpa”, “ Legalizar la cerbatana (Hay mucho pesado suelto colega)”…
PD: Algunos otros, para compartirlos… Montar en la moto (a toda ostia, que estoy muloca), derrapar en las curvas de la montaña rusa, loquesetercie… Y así sucesivamente.
PD: Locuraydichalocuraydichalocuraydichalocuraydicha…