viernes, 2 de julio de 2010

No decía palabras


No decía palabras,
Acercaba tan solo un cuerpo interrogante
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en si mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo
Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.


De los placeres prohibidos (1931)
Luis Cernuda.



PD: Me encanta este poema. Necesito querer y sentirme querida, pero también desear y ser deseada. No puedo entender la teoría del TAO, el no sufrimiento, el no deseo. Seré soy demasiado Mediterránea, un mar entre 2 tierras, para creer en la filosofía japonesa. No me imagino envejecer quitando las hojas secas de un bonsai.

PD: Cuando JJ leyó el libro del TAO. Me preguntó: ¿Para qué quiero vivir si no puedo desear? Y la verdad, en esto pienso como él. Sólo en esto.
JJ mira la tele medio embobado, se debe haber vuelto a enamorar. Le riño, le digo que las mujeres le vuelven idiota. Me mira, sigue bebiendo leche y comiendo galletas de chocolate a dos carrillos. Está en esa edad, en que el amor da mucho hambre… En fin…

PD: Silent está de campamento. Le echo de menos.

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