lunes, 10 de octubre de 2011

Sudar la camiseta

Salgo de allí sudando. Parece que salga de jugar un partido de baloncesto. Pases de pecho, pases largos, tiros a canasta, la pelota entra en el aro, fallo en el tiro, canasta de 3 puntos, personal en defensa, personal en ataque, pasos, dobles, banquillo, todo el mundo al banquillo, el árbitro se enfada, el capitán protesta la falta, falta técnica. Tiempo. PIPIPI… Fin del partido.


 
Salgo de allí cansada y sudando, pero por dentro me siento bien, tranquila. Tienen 12 años y muchas ganas de hablar y lo hacen en todos los idiomas. Están llenos de vida, y parece que la energía se les escapara por los poros de la piel.

 
Corrijo las tareas. Las tareas de contenidos mínimos son muy importantes, a quien no las trae le pongo un punto naranja, un punto naranja es lo peor, es un agujero negro, la gran extinción permocarbonífera, es lo peor. Se oye un murmullo, un punto naranja, un punto naranja…


 
Quiero daros algo todos los días, algo nuevo que aprender, y algo nuevo de lo que reír, un pensamiento y una sonrisa. Con eso cada día, con eso me conformo, con eso y con no gastar el lápiz naranja poniendo puntos naranjas.



Hablad como científicos, potencialmente sois científicos, ya no sois niños con los mocos colgando… Eso os digo. Cuando lo digo se os iluminan los ojos. Lo sois. (Yo no lo soy. No tengo edad, ni madera, ni ganas, ni tiempo. Pero durante un tiempo de mi vida fui potencialmente científica y eso me hizo aprender muchas cosas y ser muy feliz). Sois potencialmente científicos.

 
Ayer caminaba por el pasillo. Él se acercó a mi, abrió mucho los ojos, se señaló la cabeza con los 2 dedos índice, uno en cada sien. Me dijo: me lo sé todo profe, soy un científico.

Lo es, creo que lo es.



El mundo está lleno de animales, de plantas, de minerales chulos, de rarezas, de extravagancias, y tengo la suerte de ser la profe de naturales.



Queridos científicos… Un placer.



TH. 2011.

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