domingo, 4 de octubre de 2015

Ojalá joder con Bloody Mary

El viernes Escandar Algeet y Carlos Salem estuvieron en la “Puerta Falsa”.
El local estaba lleno de jóvenes universitarias. La Lagartija y yo fuimos también, porque nos importa una mierda estar fuera de lugar, y porque con el paso del tiempo hemos aprendido que ella mezcla bien en todos los sitios, y yo soy una desubicada sin remedio (cosa que también me importa una mierda).
No sé porque van las universitarias a verlos.
Sé por qué voy yo.
Yo voy para decir a Carlos que le debo muchos buenos momentos, y para emocionarme cuando Escandar recita “Sacar las castañas del fuego”. Voy, porque me encanta hacerles fotos, y porque aunque la Lagartija dice “que tanta juventud la abruma”, todavía estamos lejos de bailar chotis en el hogar del pensionista.
Y voy porque me gustan muchísimo. Así de simple y de fascinante.

TH. Octubre 2015.








TIPO CON SUERTE

Soy un tipo con suerte
que seguramente no merezco.

No se me ha muerto
todavía
casi nadie
(Salvo mi abuelo Antonio
que cambió mi miedo a la noche
por su amistad con las estrellas

1 hijo que no llegó a nacer del todo
cuando yo tenía menos de 20 años
y eL pelo y el miedo 
más largos
que ahora

y un amigo 
Gonzalo Torrente Malvido
mayor que yo
y más golfo que yo
Y que sabía de literatura mucho más que yo
y que
contra todo pronóstico
amaba mis novelas .

Soy un tipo con suerte
porque la primera vez que intenté seriamente suicidarme 
a la rotunda edad de once años
la fina capa de hielo 
que cubría aquel brazo del río patagónico
no se rompió.
Y crucé de un lado al otro.
Y me puse a saltar en el medio del río.
Y después de un rato me fui a casa
porque estaba dispuesto a suicidarme
pero no a sentirme un pelotudo 
para siempre.
(Aun me siento así algunos inviernos)

Soy un tipo con suerte 
porque la siguiente vez que lo intenté
con casi 13
me llevé las pastillas 
y una coca cola al baño
y un libro para disimular.

Y mientras esperaba a quedarme 
sólo en casa leí un poco
y luego un poco más.
Y se me mezcló el personaje femenino del libro
con una chica del barrio. 
Mayor.
Inalcanzable.
Y con unas tetas legendarias.
Y así fue que cambié el suicidio por la masturbación 
toda esa tarde
y todas las tardes que siguieron.
Y no me suicidé
pero casi muero de agotamiento ese verano.

Un tipo con suerte porque me fui  muy pronto de casa 
y cambié el mapa de regreso
por una libreta llena de versos que aun no entiendo.

Y aunque nunca he vuelto
sigo yendo
que es otra forma volver
.
Soy un tipo con suerte porque a los 23 
me dijo un joven médico que no llegaría a los 30
si no dejaba de beber.
Y me asusté 10 días.
Y  a los 15 volví a beber.
Y años después
al pasar por mi tierra me contaron
qué él había muerto a los 29.
El hijo de puta nunca había bebido.

Soy un tipo con suerte porque he amado a mil sirenas 
aunque casi ninguna supiera nadar en la bañera.
Y algunas la llenaron de pirañas
cuando yo ya no estaba.

Porque escribo lo que vivo en sueños 
Y hay gente que los sueña al leerlos.

Porque hace casi un año morí en Francia
Y resucité días más tarde en Madrid 
solo porque no puedo verte llorar
por mi culpa si no es de risa
o placer.

Soy un tipo con suerte
porque
cuando cualquiera diría
que ya no me quedaban fichas
aposté la única que me importaba 
a la cantidad de veces que parpadeas para frenar la lluvia.
Y no he dejado de acertar
desde esa noche
que empezamos a querer sin saber
al aprendernos.

El día que se me acabe la suerte,
si te vas,
hazlo como si siguiera rodando la ruleta
y tu número estuviera a punto de salir otra vez.

O mejor
no te vayas.

Y como cada lunes de la vida
sigamos haciendo saltar la banca
sin salir de la cama.

Para seguir siendo un tipo con suerte
Solo me hace falta hacerte falta.

Y no mirar atrás.
Y volver  a apostar todo mi capital a tus pestañas

Y no preguntar 
nunca
por
el número que salga.

Carlos Salem













HUEVOS Y CASTAÑAS

¿Cómo se sacan las castañas del fuego?
A los 17 mi madre vio que me iba de casa,
así que un día me cogió por banda
y me enseñó a freír un huevo.
Yo apenas había vivido más allá de las 3 calles de Palencia,
tenía un caudal de sueños por achicar
y un semáforo en rojo en la cuenta atrás de ponerse en verde.
Acababa de amanecer un nuevo siglo,
la gente de clase hacía pellas repartiendo cartas de universidad
y la castañera de la calle mayor
mientras
seguía dándole vueltas al frío.
Preocupada, intuyo, por el qué iba a comer y cómo,
mi madre
me enseñó a cocer pasta
cortar lechuga
y picar ajo para darle sabor al cerdo.
Y una tarde, como ya he dicho,
me cogió por banda
y me enseñó a freír un huevo.
Yo estaba en segundo de bachillerato
y lo único que me preocupaba
(no he cambiado tanto)
eran las chicas, el cine y la poesía
y en ese desorden
coleccionaba pósters pensando en cómo sería mi vida.

Pero mi madre,
tímida, preocupada y repleta de ternura,
insistía:
llenaba una sartén de aceite,
lo calentaba
y con los ojos me decía: aunque te quemes, tienes que ser fuerte.
Así aprendí a romper la cáscara,
a poner dos huevos sobre la mesa
y a sobrevivir en este mundo de mierda
que tanto me gusta tantas veces.
Cuando alguien me pregunta
¿cómo se sacan las castañas de fuego?
respondo
lo que aprendí viendo en las manos quemadas de mi madre:
quemándote
para que así otros,
los tuyos,
no se quemen.

Escandar Algeet











2 comentarios:

  1. Un par de poemitas adornando las fotos. Se te va a poner el culo gordo....

    ResponderEliminar
  2. Muy bien Meine. Así se hacen las cosas. Con amor y pasión... Sino... ¿Para qué vivir?

    ResponderEliminar