sábado, 23 de noviembre de 2013

A Haruki también le gusta nadar


- El otro día, mientras nadaba en la piscina, pensé en muchas cosas. En ti, en Helsinki...No sé explicarlo. Era como si guiándome por la intuición, remontara una corriente.

- ¿Mientras nadabas?

- Nadando se puede meditar de maravilla.

Sara se quedó callada un instante, sorprendida.

- Como un salmón.


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"No hay duda". Son los pies de Haida", pensó Tsukuru. Coincidían en el tamaño y la forma, y en la manera concisa y segura de patalear. La espuma que levantaban en el agua también era idéntica: ligera y esponjosa, era tan relajante como el movimiento de sus pies. En la piscina de la universidad siempre observaba las plantas de los pies de Haida cuando nadaba detrá de él. Como cuando alguien, al conducir de noche por una carretera, no aparta la vista de las luces traseras del coche de delante. Su forma se le había quedado grabada en la memoria.

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Nadaba de una manera elegante, con una técnica intachable. Su estilo recordaba al de Haida. Tanto que podía decirse que era idéntico. No salpicaba ni hacía más ruido del necesario. El codo se alzaba ágil y bellamente sobre el agua y el brazo volvía a sumergirse empezando por el pulgar. No tenía ninguna prisa. bajo ese estilo subyacía una idea básica: mantener una serenidad centrípeta.

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Pero una mañana, diez días después de que se despidieran delante de la biblioteca, Haida apareció por la piscina de la universidad. Tsukuru se disponía a girar para nadar su enésimo largo, alguien le tocó en el dorso de la mano derecha en el momento en que ésta alcanzaba la pared de la piscina. Se había subido sus gafas negras de natación hasta la frente y en sus labios afloraba la encantadora sonrisa de siempre. A pesar del tiempo que había pasado sin que se vieran, sólo hicieron un gesto afirmativo con la cabeza, sin intercambiar palabra alguna, y, como de costumbre, nadaron juntos en la misma calle. Su única forma de comunicación dentro del agua eran los suaves movimientos musculares y el ritmo sosegado y regular de sus patadas. Las palabra sobraban.

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Nadar es lo más parecido a volar.

Los años de peregrinación del chico sin color. 
Haruki Murakami.


PD: La foto es de Adam Pretty.

3 comentarios:

  1. Me encanta la foto. el texto ya sabes que me encanta.
    Yo a veces me sumerjo y miro.... Me gusta....

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  2. Le ponía a Haruki a nadar detrás de ti con aletas... Me matas Meine, me matas... No ves que soy mayor

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  3. A mi me gusta nadar en tu calle... Hacer jacuzzi de cocodrilo y todas las tonterías que se nos pasan por la cabeza

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