lunes, 9 de enero de 2017

De repente, Natalia Ginburtz 1


Conversar con él nunca era fácil, ni siquiera cuando se mostraba alegre; pero un encuentro con él,  aunque hecho de pocas palabras, podía resultar tónico y estimulante como ningún otro. En su compañía nos volvíamos mucho más inteligentes, nos sentíamos inclinados a poner en nuestras palabras lo mejor y lo más serio que llevábamos dentro, descartábamos los lugares comunes, los pensamientos imprecisos, las incoherencias”.

 TH 2017.

PD: Ese texto me ha recordado a los paseos que doy con uno de mis hermanos.




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