Es un pájaro, es un avión, es Supermán?? Noooo..era una bandada de unas aves muy grandes...flamencos?? Nooo. Eran grullas!!! Sabíamos de su presencia por estos lares, pero no teníamos el placer de conocerlas. Ahora sí. Yujuuuu. Pasaban por El Hondo. Seguiremos buscándolas.
No he leído
nunca a esta escritora y no la conozco de nada. La descubrí ayer viendo “Los exiliados románticos” de Jonás Trueba.
Hoy buceo en internet, la busco, una especie de viaje en el tiempo para
encontrar consuelo.
…a los hijos hay que enseñarles no las
pequeñas, sino las grandes virtudes, “no el ahorro, sino la
generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje
y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por
la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el
deseo del éxito, sino el deseo de ser y de saber”.
Natalia Ginburtz
Las pequeñas virtudes.
TH 2017
PD: Cuando a la Tortuga una peli le parece interesante tiene la generosidad de volver a verla conmigo. Esta película es distinta. Es un viaje lento, lleno de música tranquila (solo del grupo Tulsa creo), con encuentros ansiados y desconcertantes. Tiene textos tan bonitos como el que ha escogido la Tortuga. Y tiene algunas escenas llenas de valor, ternura y romanticismo. Recomendable sin duda. Para una inmensa minoría, claro.
“Conversar con él nunca era fácil, ni
siquiera cuando se mostraba alegre; pero un encuentro
con él, aunque hecho de pocas palabras,
podía resultar tónico y estimulante como ningún otro. En su compañía nos
volvíamos mucho más inteligentes, nos sentíamos inclinados a poner en nuestras
palabras lo mejor y lo más serio que llevábamos dentro, descartábamos los
lugares comunes, los pensamientos imprecisos, las incoherencias”.
TH 2017.
PD: Ese texto
me ha recordado a los paseos que doy con uno de mis hermanos.
Tú estabas
contenta porque te habías comprado una cámara nueva.
Yo me
entretenía colocando las piruletas de diversas maneras, mientras me comía una
de sabor limón. Tú contratabas un seguro para la cámara y el tiempo pasaba
lentamente, como si los relojes se hubieran parado. Me sentía absurdamente
feliz.