Cuándo todavía no eras mi amiga, tenías unos periquitos que volaban en tu cocina. Les dejabas salir de la jaula, volar de un lado a otro y descansar encima de un cactus falso que tenías encima del frigorífico. Eran unos pájaros locos, un poco psicópatas y algunos un poco (o un mucho) asesinos. Tú los conocías y les llamabas por su nombre. Creo que les querías. Cuando volvimos de París, Trufa había asesinado a Macarena, y tú dejaste de querer a esos pájaros “tan malvados”.
Ayer volviste a hablarme de ellos. La única que sobrevive, dijiste con tono de pena, es la asesina.
Veíamos un reportaje de periquitos australianos, “El periquito australiano se aparea frenéticamente siempre y cuando las circunstancias lo permitan”.
Nunca entendí que quisieras a esos pájaros que no saben cantar y que tienen mala leche.
La única que sobrevive es la asesina… joder, que puta es la vida…
TH. Septiembre 2011.
PD: Como diría Fukaeri, “bravo por los periquitos australianos”.
PD: A mi sí me gustan los animales… O no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario