El viernes salí corriendo de clase, me
despedí con timidez y rogando al cielo que nadie me entretuviera. El viernes
tenía cita contigo y con los flamencos, que por fin habían vuelto, y por nada
del mundo quería llegar tarde.
El sol de otoño parecía de verano, las
nubes eran de tormenta y el calor era horrible, y ni tu ni yo habíamos comido…
pero daba lo mismo, en la laguna se vuelven a ver reflejos rosas, y algunos
reflejos grises porque están criando. Y nos gusta todo, la luz, el color, el
silencio espectral de la laguna… como tú
dices, nos gusta hasta el olor a cieno…
Será, que no podemos vivir, sin los pies
llenos de lodo.
TH. 2013.
PD: Contrólamelos Meine, que yo hasta el
viernes no puedo volver.
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