Juegas con mi tiempo, con las palabras, con las manos, las canciones, los diálogos de las películas.
Y paseas de mano en mano mi paciencia mis libros y mis ositos de gominola.
Y juegas y te ríes a carcajadas y repites con distintos tonos de voz mis consejos, nis latiguillos heredados, mis mentiras especiales, incluso mis enfados.
Y lanzas desde siempre, al menos que yo recuerde, pelotas, discos de playa, cartas, chancletas, bolas de papel, incluso alguna sandía que otra (hecho que prefiero no recordar).
Así que no me cuentes mentiras, no me digas más veces, que no eres capaz de hacer malabares.
Yo lo tengo claro. Tú eres el malabarista, equilibrista especial de "Por el alambre".
Mantienes el equilibrio, el tuyo y el mío
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