Ayer, Conan
Doyle me gastó una broma. Él viajó al Ártico en 1880, y yo leí el libro en
abril de 2017.
En el libro
aparece el diario de Conan, un joven médico que viaja a bordo de un ballenero,
y que hace las funciones de médico y arponero.
En el diario
cuenta la historia de un caracol que adoptó como mascota y que alimentaba
con grasa de cerdo.
El caracol se
llamaba John Thomas, y el día que murió, le escribió un divertido y tierno
epitafio.
Me encantó, y
cuando algo me gusta mucho me pongo muy pesada. Le leí el epitafio a todos mis
conocidos, y luego empecé a divagar sobre el nombre del caracol…¿por qué se llamará John Thomas?... creo
que es un nombre muy interesante… bla, bla, bla…. ¿quién será John Thomas?...
Mi hijo pequeño,
que tiene la edad de Conan Doyle cuando escribió el libro, harto de oírme,
buscó quien era John Thomas en la red. Empezó a reírse como un loco, y entre
carcajada y carcajada me dijo, “Mamá, John Thomas, es uno de los nombres que
los ingleses le dan al pene”.
Y eso…
TH 2017.
PD: Ayer soñé
que oía a Conan Doyle reírse.
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