Me gusta estar
ahí, en medio de la nada, diciendo hola al sol del atardecer, subiéndome en un
cubo abandonado, mojándome los pies, llenándome de barro, dejándome fotografiar
por ella, jugando.
Me gusta ir de
un lado a otro, protestar porque los perros asustan a los pájaros, escuchar a
los flamencos, verlos volar.
Apenas
hablamos, existe una especie de código no escrito entre nosotras, nos gustan
los silencios cómodos en los que cada una está a su aire.
No estamos
esperándonos, nos movemos, fluimos.
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