Para Dolo, que en esta mañana de sol, llevaba gabardina y botas katiuskas.
Ahora que ya no creo en la banca, ni en los informes financieros, ni en los políticos, ni en nada que sea eterno.
Ahora que soy casi una cínica, que sospecho y dudo de todo, que me río de mi existencia, que nunca tiro el látigo...
Ahora que no me fío de nada... sigo teniendo un puerto donde anclarme, un faro, una luz, una esperanza.
Porque esta tarde de otoño (con 14 grados detemperatura en la escala Celsius) contra todo pronóstico ha empezado a llover y yo sigo creyendo como quien cree en Dios en el hombre del tiempo.
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