GUÍA DEL AUTOESTOPISTA GALÁCTICO. DOUGLAS ADAMS.
ANAGRAMA. Colección compactos.
Recomendación: Sólo para frikys.
Hay libros que encontramos y libros que nos encuentran.
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un despreciable sol amarillento.
En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Este planeta tiene, o mejor dicho, tenía el problema siguiente: la mayoría de sus habitantes eran infelices durante casi todo el tiempo. Muchas soluciones se sugirieron para tal problema, pero la mayor parte de ellas se referían principalmente a los movimientos de pequeños trozos de papel verde; cosa extraña, ya que los pequeños trozos de papel verde no eran precisamente quienes se sentían infelices.
PP 9.
La guía del autoestopista galáctico tiene varias cosas que decir respecto a las toallas
Dice que una toalla es el objeto de mayor utilidad que poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de Jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta en la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, el tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.
PP 33.
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